El histórico apagón que dejó a millones de españoles sin electricidad, cobertura ni acceso a información ha sido uno de los grandes temas de esta semana. El monólogo de Alsina sobre el tema, cargado de crítica, ironía y humanidad, se ha viralizado en redes, donde muchos ciudadanos se han sentido identificados con esa necesidad básica: que las cosas funcionen sin sustos.
La voz de Alsina se convirtió en la única compañía para quienes solo tenían una radio a pilas o la del coche. El periodista narró con detalle lo que ocurrió durante esas horas inciertas tras la “oscilación de tensión” que, según Red Eléctrica, provocó el colapso. Un corte de 15 gigavatios que dejó al país sin luz… y sin respuestas.
“¿Qué hora tienes?”, preguntó Alsina al abrir el programa, como cada día. Y es que desde las 12:33 hasta la madrugada del lunes pasado, cientos de miles de hogares estuvieron desconectados del mundo: la incertidumbre se hizo rutina.
El periodista no evitó señalar la lentitud del Ejecutivo, que tardó horas en dar una explicación. La hipótesis del ciberataque fue descartada sin que se ofreciera una alternativa clara. “El apagón fue a las 12:33”, recordó Alsina, “y el Gobierno compareció a las seis de la tarde”.
Durante el monólogo, hubo conexiones en directo con colaboradores situados en puntos clave del país: Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla o Valencia. Cada uno aportó testimonios sobre cómo avanzaba la recuperación del suministro, los problemas con el transporte y el pulso social de sus ciudades.
Empatía y confusión a partes iguales
En medio del caos, emergieron actos de solidaridad que protagonizaron la jornada. Vecinos repartieron mantas, comida, agua y ofrecieron sus casas a familias varadas. La radio con pilas volvió a ser esencial, y encontrar un transistor se convirtió en una búsqueda nacional improvisada.
Alsina subrayó que el sistema energético no puede depender únicamente del sol y el viento. España necesita una alternativa firme, un “plan B” real para evitar situaciones límite como esta. El colapso coincidió con tres reactores nucleares fuera del mercado y un precio bajísimo del megavatio hidroeléctrico.
La reflexión final de Alsina conectó con millones: no pedimos grandes cosas, solo que todo funcione. Metro, trenes, semáforos, luz, y explicaciones rápidas cuando hay problemas. “España ansía normalidad”, sentenció. Y ahora sabemos cuánto nos hace falta.